Psicoterapia Transpersonal
El paradigma de la psicología – presente en las distintas escuelas de psicoterapia – ha acumulado un vasto conocimiento sobre el funcionamiento del ego y la patología, en el vínculo con las figuras de apego. Producto de estos factores se va configurando un self, con algunos niveles de disfuncionalidad dentro de un continuo entre salud y patología. La psicoterapia es el método que busca “la cura” o sanación de la persona. Por medio de la toma de consciencia y elaboración de los conflictos y la modificación de patrones disfuncionales se busca la eliminación de los síntomas, la maduración e integración del self.
Por lo tanto, la liberación del sufrimiento psicológico – en último término – no tiene que ver con la resolución de conflictos específicos o el mejoramiento del ego. Acá la identificación con el ego y su funcionamiento es parte del problema y la finalidad última es su trascendencia. Es por esto que la psicoterapia de orientación transpersonal se introduce en un ámbito complejo, que trasciende el lugar tradicional de la psicoterapia. Este es su valor y aporte, pero también su desafío y el cuidado que debe tener, ya que procura que la persona acceda a un tipo de conciencia testigo que permita la desidentificación de los dramas del ego y se reconecte con su esencia: una presencia consciente, silenciosa, inteligente y sensible, que trasciende la mente racional. Esto es lo que maestros y tradiciones espirituales han llamado el Ser, el Buda o el Cristo interior. El desarrollo de esta presencia de silencio y quietud permite el surgimiento de cualidades esenciales como la paz, la confianza, la compasión y el gozo.
Algunas dimensiones importantes de la psicoterapia desde esta orientación son: un vínculo de apertura, confianza y presencia por parte del terapeuta; el trabajo con el cuerpo y las corazas musculares; la conexión con la experiencia sentida, como factor clave del darse cuenta; la exploración rigurosa del ego, su estructura y mecanismos; el desarrollo de tres procesos por parte del cliente: darse cuenta-aceptación-responsabilidad; y sobre todo el desarrollo de una actitud meditativa o consciencia testigo, producto de la incorporación de la meditación a la psicoterapia.
La forma de incorporar la meditación a y en la terapia es variada, pudiéndose diferenciar los siguientes niveles: la presencia compasiva y consciente del terapeuta producto de su propia práctica meditativa; psico-educación y lectura de textos explicativos; enseñanza y ejercitación de prácticas formales de meditación con el paciente en sesiones; práctica de meditación formal fuera de la sesión por parte del paciente; enseñanza y práctica de meditación informal en la vida cotidiana; integrar la comprensión y la actitud meditativa tanto en la sesión como en la vida.
fotografía por Joey Kyber